Guerra por la fusión de asignaturas: «Se infla la nota y se baja el nivel»
Los docentes valencianos luchan contra la obligación de impartir las materias agrupadas en un ámbito de conocimiento. La Justicia les ha dado la razón
Profesores de instituto de la Comunidad Valenciana mantienen un pulso con el Govern a cuenta de la enseñanza por ámbitos de conocimiento, una forma alternativa de dar clase por la que se agrupan varias asignaturas y el docente las imparte a la vez, relacionando unas con otras. Lengua Castellana, Lengua Valenciana y Geografía e Historia se juntan, por ejemplo, en un solo ámbito sociolingüístico, mientras que Matemáticas, Biología y Tecnología se pueden fusionar en un ámbito científico-técnico. Los alumnos aprenden «de forma globalizada» y reciben una sola nota para cada ámbito. Un caso práctico sería un proyecto donde los estudiantes se reúnan en grupos para investigar sobre el cambio climático y plantear una propuesta para ahorrar energía en la que tengan que utilizar operaciones matemáticas. Además de desarrollar competencias de varias asignaturas, refuerzan otras habilidades transversales, como el trabajo en equipo.
La Ley Celaá fomenta esta metodología, que ya se usaba con los alumnos con dificultades de aprendizaje que siguen los llamados programas de diversificación curricular, a los que se les ayuda en grupos reducidos para que obtengan el título de la ESO. Pero en la Comunidad Valenciana la Administración ha obligado a todos los profesores a enseñar por ámbitos en 1º de la ESO (12-13 años) y lo recomienda en 2º (13-14 años). El método que se introdujo en las aulas valencianas hace dos cursos por el Covid se ha consolidado este año en un decreto autonómico que los sindicatos se han apresurado a llevar a los tribunales.
El pasado 18, el Tribunal Superior de la Comunidad Valenciana dio la razón a un recurso de UGT y suspendió cautelarmente la obligatoriedad de los ámbitos. El Govern no ha recurrido el auto y ha accedido a negociar. Esta semana la Consejería y los profesores se han reunido para llegar a un acuerdo. El equipo liderado por el secretario autonómico de Educación, Miguel Soler (PSOE), ha renunciado a la imposición inicial y ha accedido a que, antes del próximo día 6, sea cada centro el que decida qué hace: si mantiene los ámbitos previstos, lo que implica seguir con los horarios y las plantillas como estaban programados, o cambia al sistema tradicional, lo que supone reorganizarlo todo.
El mayor punto de fricción es que la Administración quiere que la metodología se vote en el consejo escolar, donde, además de los profesores, hay representantes de la administración y de las familias, más partidarias de los ámbitos que los docentes. Los profesores reclaman, por el contrario, que la decisión se tome en el claustro. «La Consejería sabe que es más fácil controlar el consejo escolar, pero las familias no tienen que ser las que decidan cómo tenemos que dar las clases. Lo que dice la ley es que es algo que deben decidir los profesores», dice Killian Cuerda, representante de UGT en la Comunidad Valenciana.
LA ÚNICA AUTONOMÍA DONDE ES UNA OBLIGACIÓN
La disputa entre los profesores y la Generalitat ha abierto un debate sobre los límites a la autonomía pedagógica de los docentes que se ha extendido más allá de las aulas valencianas. La Ley Celaá sólo dice que las clases «podrán organizarse por ámbitos», sin exigir. Ninguna otra región de España, salvo la Comunidad Valenciana, obliga a dar las clases de esta forma, pero Cataluña impulsa un modelo de «aprendizaje globalizado» similar y el País Vasco «propone ir gradualmente hacia un sistema basado en ámbitos, en 1º y 2º de ESO». Profesores de toda España se oponen a la imposición de los ámbitos y creen que las cautelares del TSJCV son una advertencia para las CCAA que quieran seguir los pasos de la Comunidad Valenciana.
En la Consejería de Educación de esta región defienden, sin embargo, que los ámbitos «favorecen el aprendizaje competencial, facilitan la transición del alumnado de Primaria a Secundaria, permiten un trato más personalizado y no desatienden o reducen los contenidos del currículo». Esgrimen cifras que indican que, después de dos años aplicándolos, las tasas de promoción del alumnado se han incrementado en cinco puntos, lo que implica que el 89% de los estudiantes de 1º de la ESO haya pasado de curso.
Lo que dicen los profesores es que, al no ser especialistas en algunas de las materias que imparten (un profesor de Biología da, por ejemplo, Matemáticas), «se baja el nivel de la enseñanza» y que éste es un instrumento que la Generalitat utiliza para «aumentar de forma artificial el número de aprobados», en palabras de la matemática Irene Murcia, presidenta del Observatorio Crítico de la Realidad Educativa y miembro de la Plataforma No a los Ámbitos.
«NO DIFERENCIAN EL PALEOLÍTICO DEL NEOLÍTICO»
«Yo he dado ámbitos durante varios años y lo que puedo decir es que a mí me faltaba el dominio de la materia y eso afectaba a los alumnos. Comprobé que, en lo que no tenía que ver con mi área, los alumnos no consolidaban bien los aprendizajes de cosas básicas. Por ejemplo, no diferenciaban correctamente el Paleolítico del Neolítico. El profesor tiene que saber y, además, saber hacer que los alumnos aprendan lo que sabe», expresa Marta Moreno, profesora de Filosofía en el IES Vila-Roja de Almassora (Castellón), que recuerda que, «como al final se pone una única nota, un alumno que va mal en Historia pero bien en Valenciano termina aprobando». «Las lagunas de una asignatura se camuflan con las notas de las otras», dice.
David Sáez, profesor de Matemáticas en el colegio concertado Santa Ana de Valencia, cuenta que ha dado clase a alumnos de 2º de ESO que habían estudiado por ámbitos el curso anterior y que los ha visto «peor preparados». «Tienen muchas carencias, como no saber trabajar con fracciones, ecuaciones de primer grado, números enteros… pero, sorprendentemente, tenían unas notas más altas que otros años».
«El alumno aprende menos de lo que lo haría teniendo a un docente más especializado», coincide Santiago Herrero, profesor de Geografía e Historia en el IES Maestrat de Sant Mateu (Castellón). Resume así su experiencia dando ámbitos en programas de diversificación curricular: «Yo profundizaba en el temario de Historia pero en Castellano y Valenciano daba aspectos más básicos. En ocasiones no sabía responder a las preguntas de los alumnos».
Maribel Ruiz, jefa del Departamento de Filosofía en el IES Haygón de San Vicente de Raspeig (Alicante) sostiene que «no hay ninguna evidencia científica de que los alumnos aprendan más con los ámbitos». «Subir los resultados cargándote el aprendizaje de los alumnos es una tomadura de pelo para las familias y perjudica a los más desfavorecidos».